70 AÑOS DE AMOR
Íbamos caminando
Tú te ibas apoyando en cada mueble de madera color caoba con tus frágiles y arrugadas manos, haciendo pequeños esfuerzos por mantenerte en pie, por no tropezar con tus propios pies –algo, por desgracia, bastante habitual en los últimos meses- y caer. Yo te seguía dos pasos por detrás, observando tu espalda encorvada y tus pequeños pies hinchados atrapados en esos zapatos negros agujereados que nunca te quitabas.
Tú, querida, que siempre te conservaste hermosa, ahora aún lo sigues siendo mucho más que todas las otras. Tú, que eras la viva imagen de la alegría y ahora más lloras que sonríes quejándote de tus dolores, de tu vida. Tú que fuiste la más querida de la familia, la abuela más aclamada cada tarde de verano…
Ahora aquí estamos, solos los dos y esta sombra que nos acompaña a cada paso esperando el momento exacto para terminar su acometido.
Llegamos tras varios minutos a la habitación, a la cama grande donde hemos compartido cientos de momentos –la mayoría buenos-, donde hemos dormido juntos durante casi 70 duros años, donde todos nuestros hijos fueron concebidos con todo el amor que éramos capaces de darnos en la oscuridad de las noches sin luna.
Nos tumbamos en la cama, yo te arropo pues el invierno aquí en el pueblo es muy frío y ambos nos quedamos allí, tumbados boca arriba, observando en silencio el techo con la poca luz que entra desde el ventanal. Giro la cabeza y te miro, con gran esfuerzo la giras tú también para poder mirarme. Te beso en la frente, te sonrío y me devuelves la sonrisa. Entonces te acurrucas junto a mi pecho y yo, sin pensarlo siquiera, susurro en medio de la fría noche “Te amo, te amo tanto… que quiero vivir contigo no hasta que
Me miras con los ojos llorosos. Más silencio. Y ambos caemos rendidos al sueño tras un duro día de trabajo en la vieja granja.

[26-Julio-2008]
Frase de Níobe. El Cuentacuentos