miércoles, 20 de agosto de 2008

Eres un ángel...

EMPIEZA HABLANDO ELLA:

“-¿Y cómo consigues vivir en París?
- No vivo…
- ¿No había trabajo por aquí?
- No. Nada interesante. Pero si algún día tengo hijos, te juro que no dejaré que crezcan entre los coches, eso sí que no… Un niño que no tiene un par de botas, una caña de pescar, y un tirachinas, no es un niño de verdad. ¿Por qué sonríes?
- Por nada. Porque me pareces muy lindo.
- Preferiría parecerte otra cosa…
- Tú nunca estás contento.
- ¿Tú cuántos querrías?
- ¿Cómo?
- ¿Cuántos niños?
- Eh… - se quejó Camilla-. ¿Lo haces aposta o qué?
- Oye, tía, ¡que no me refería a que tuviera que ser conmigo!
- No quiero niños.
- ¿Ah, no? –preguntó, decepcionado.
- No.
- ¿Por qué?
- Porque no.
La agarró por el cuello y la obligó a acercarse a su oído.
-Dime por qué.
- No.
- Sí. Dímelo. No se lo diré a nadie…
- Pues porque si me muero, no quiero que se quede solo…
- Tienes razón. Por eso hay que tener montones de niños… Y además, ¿sabes una cosa…?
La abrazó aún más fuerte.
- Tú no te vas a morir… Eres un ángel… Y los ángeles no se mueren nunca…
Camilla estaba llorando.
- ¿Pero qué te pasa?
- No, nada… Es que me va a venir la regla… Me pasa igual todas las veces… Me pongo triste por todo y lloro por cualquier cosa…
Sonreía entre lágrimas y mocos.
- ¿Ves como no soy un ángel?”



[Juntos, nada más. Anna Gavalda]

domingo, 10 de agosto de 2008

Nadie más

NADIE MÁS
Me gusta contar las palabras y hacerlas bailar para ti en tardes como esta en que de no ser por la cercanía del mar nadie podría vernos aquí. De todos modos, nunca pasa nadie por este abandonado rincón de la costa gallega. Es un tesoro que hace años encontré e inspeccioné con gran entusiasmo, un lugar escondido y precioso, lejos de cualquier muestra de humanidad.


Aún recuerdo la primera vez que te traje aquí, justo donde ahora estoy yo sentada. Me cogiste de la mano mientras caminábamos juntos entre los árboles y yo sentí un cosquilleo que erizó cada milímetro de mi piel; me daba apuro mirarte así que no lo hice durante largo rato aún mientras seguíamos hablando, luego me arrepentí porque de reojo te observaba y tu sonrisa me estaba llamando, me deslumbraba incluso sin llegar a verla del todo. Tú al principio no confiabas en que yo supiera el camino entre los árboles del extenso bosque, poco a poco yo te fui dando confianza, había recorrido cientos de veces aquel bosque antes de que tú entraras en mi vida, ¿por qué habría de perderme a esas alturas?

Paramos a hacer un descanso. Yo me senté en un tronco grueso y caído en medio de dos árboles muy altos, tú te me sentaste enfrente sin apartar la mirada, sin apartar tu increíble mirada que me hacía estremecer, que me hacía soñar que nadaba en ellos y me encontraba con cangrejos rojos, peces de colores y hermosas sirenas.

Me pediste que te hablase del lugar, yo al principio me negué pues en cosa de una hora lo verías por ti mismo, pero insististe tanto que lo hice y, sólo por ver cuán interesado estabas en mis palabras, no callé hasta estar bien cerca del final del bosque.

A nuestro alrededor, en el último tramo del camino, pudimos ver cervatillos, simpáticas ardillas, alguna pequeña culebra que me hizo apretarte la mano más fuerte… y un sinfín de pájaros que desde lo alto, apoyados en las finas ramas, cantaban para nosotros, sólo para nosotros y para deleite del bosque en su conjunto. Era una sinfonía espectacular, hermosa como sólo la naturaleza puede ser.

Y por fin llegamos, estábamos a 30 pasos y te tapé los ojos con mis manos. Iba guiándote hacia delante, pegada a ti, podía sentir tu calor, tu corazón latiendo muy fuerte, casi lo oía como si estuviera en mi pecho y eso me hacía sentir bien, te sentía tan cerca… ya casi eras parte de mí.

Un último helecho y ya estábamos. La claridad se hizo casi insoportable después de la oscuridad del bosque. Dos pasos más… y ya estábamos. Te aparté las manos de los ojos y los abriste por fin y permaneciste allí quieto, con la boca semi-abierta sin poder cerrarla, con todos los sentidos a flor de piel… escuchando aún a esos pájaros cantar; percibiendo el olor a mar, a hierba fresca, a naturaleza en su pura esencia; observando cada tramo de aquel paisaje para intentar memorizarlo y retenerlo en tu retina para siempre; estremeciéndote con cada soplo de aire que llega a tu piel. Allá abajo la playa virgen con sus rocas, sus pequeñas cuevas, sus increíbles acantilados haciéndola aún más hermosa… la arena fina, el agua clara y azul como tus ojos…
Me miraste, aún boquiabierto, y me cogiste ambas manos para ponérmelas en tu cara, húmeda por las pequeñas lágrimas que brotaban de tus ojos cristalinos. Te aparté las lágrimas, rocé tu mejilla y me enamoré de ti como la primera vez que te vi en la lejanía. Sonreíste y me acercaste a ti, tu boca en mi oído, mi corazón que quería salírseme de la boca, tu piel sufriendo pequeños escalofríos que ni siquiera te molestabas en disimular… y me susurraste al oído “Quiero contar cada palabra a partir de este momento”. Y me besaste.

Por primera vez. Como si el mundo se fuese a terminar en aquel instante, como si el suelo que pisábamos se fuese a desprender de un momento a otro. Me apretaste fuerte contra ti y me abrazaste con todo el calor que eras capaz de dar, un abrazo eterno…

Y ahora aquí estoy, son mis lágrimas las que bañan esta playa cada tarde, recuerdo esas palabras que contamos durante 4 años, cada día, cada noche, cada amanecer, cada anochecer… cada instante que me sumergía en tu mirada y me dejaba llevar.
Tu enfermedad llegó de repente, sin avisar, como todo lo malo… sin dar tiempo a reaccionar y, antes de que nos diésemos cuenta ya nos estábamos despidiendo. “Nunca llevaré a nadie más a nuestro lugar” te susurré antes de besarte por última vez. Me sonreíste y el mundo se hundió bajo mis pies.

Ahora ha pasado un tiempo y cada día vengo hasta aquí, me quedo en el mismo lugar donde nos besamos por primera vez, de pie. Me pongo a recordar tus palabras, las cuento, todas y bailo para ti, porque sé que desde donde estés puedes verme, tú y nadie más, porque nadie más conoce este rinconcito perdido en el mundo, nadie más que tú y yo para siempre.




















DARK ANGEL
8-8-08

[Frase de Jara]

martes, 5 de agosto de 2008

En el Olimpo

EN EL OLIMPO

En el patio caen las pinzas de la ropa de algún Dios que antaño fuera adorado por jóvenes y ancianos, quienes levantaban esculturas hermosísimas en su honor. Pero ya no… ya nadie creía en ellos.
Ellos, los Dioses del Olimpo, que habían creado cada hermoso rincón de este mundo: el cielo azul y claro, el unir a dos personas que se aman, el ardiente fuego, la sabiduría con que los humanos fueron bendecidos, el sol que calentaba la verde tierra que pisaban, el bravío y querido mar con sus olas enloqueciendo por momentos… y, por supuesto, el amor.

Allá en el Monte Olimpo, el más alto de aquella hermosa tierra bañada por el mar que una vez estuvo llena de leyendas, de historias increíbles, de hazañas heroicas dignas de contar y de plasmar en cualquier forma de arte.
Allá en el Monte ya no queda nada que recuerde a su época dorada, ya solo queda nieve según la época del año y cabras pastando en sus laderas. No hay el más mínimo indicio del paso de aquellos que hicieron más amena la vida de la época, aquellos que se divertían con diosas y humanas, que daban pie a innumerables cotilleos, tal como ahora hace la caja tonta.

Pero ya no queda nada en que creer, la Tierra nos odia, no la supimos cuidar, el calor abrasador del sol se nos hecha encima cada vez más derritiendo a su paso cualquier muestra de frío y… la humanidad agota sus pilas, todos lo sabemos pero pensamos que no nos tocará, que quizá a nuestros nietos –si es que tenemos- o incluso unos cuantos descendientes más adelante.
Así pues, Zeus llora la pérdida de la fe humana en brazos de su mujer, Hera, mientras ambos desde lo alto ven pasar y pasar la vida, los días, los meses, los años… viendo cómo todo lo que un día fue creado con todo el amor del mundo se va cayendo a pedazos, se resquebraja bajo los pies humanos y ya no les quedan fuerzas para gritar, para intentar salvar lo poco que queda… ya no hay fuerzas para nada.


DaRk_AnGeL
3-Agosto-08 [Frase de Scry]

viernes, 1 de agosto de 2008

Deseo olvidarte


Que me entregaré a otros brazos
que me acojan y arropen con su calor,
eso ya lo sabemos muy bien los dos.

Que mis manos se enamorarán
de otras manos que consigan llenarme de paz,
contamos con que pasará.

Que mi mirada verde y triste
no te volverá a mirar igual...
espero realmente que suceda.

Que mi cuerpo se rinda y entregue
a quien me sepa volver a acariciar,
tan sólo mi piel lo decidirá.

Que mis labios quieran aún anhelándote
a otros labios poder aferrarse y besar,
lo deseo, lo deseo, deseo olvidarte.


DARK_ANGEL (foto: Searching the light)
[Escrito right now. 1- Agosto-2008]